Nacida en un pueblo de Segovia (Cuéllar), Rebeca Minguela aún pasa desapercibida por la calle. Cambiará pronto: el Foro de Davos acaba de consagrarla como la única española en su lista de Jóvenes Líderes Globales.
De Nueva York a Silicon Valley, Rebeca ha roto todos los techos de cristal del mundo de los emprendedores.
Cuéllar. Villa segoviana de 9.547 habitantes con un 11% de población inmigrante. Patrón: San Miguel Arcángel. Su economía se basa en el cultivo de cereales, verduras y legumbres. Los encierros son considerados los más antiguos de España y tienen rango de Interés Turístico Nacional. En la calle Alfonso X el Sabio hay un salón de belleza llamado Rosa Mary. Tiene un castillo medieval.
Nueva York. Ciudad estadounidense de 8,5 millones de habitantes de los que un 36% ha nacido en el extranjero. Patrón oficioso: San Patricio. Centro financiero mundial. Un toro de bronce, que el turista frota como una reliquia laica contagiosa de prosperidad, es el símbolo de Wall Street. Hay un salón de belleza llamado Rosemary Beauty en el 262 de Linden Street. No tiene castillo.
Rebeca Minguela nació en Cuéllar y hoy triunfa en Manhattan. Hace unas semanas era una de tantas ejecutivas que lucha por sacar adelante una startup en la capital del mundo. Hasta que su nombre apareció en la lista de los 100 líderes jóvenes del Foro Económico Mundial, una institución que ejerce de Oráculo de Delfos del capitalismo al reunir a magnates y presidentes de gobierno en Davos (Suiza), un club tan selecto que incluso quienes lo detestan sueñan con ser invitados. En esa lista de influyentes hay solamente 17 europeos . Minguela es la única española.
- ¿Van a ponerle una calle en su pueblo?
- (Se ríe) No lo sé... A mí lo que realmente me haría mucha ilusión es dar el pregón, mucha más que la elección del Foro Económico. Los mejores reconocimientos son los de de la gente que te conoce de verdad.
Minguela es sobria, segura, muy castellana. Quedamos en Madrid, en el Colegio de Arquitectos, antes de que regrese a Nueva York para buscar un nuevo piso de alquiler. Viste cazadora de cuero en un día confuso de primavera de esos que, a primera hora de la mañana, no aclaran si va a hacer frío o calor. Un ex empleado suyo la define así: «Es inteligente y tiene muchísimo carácter, muchísimo».
Esta mujer de 35 años es una excepción estadística en un mundo que hasta hace poco estaba monopolizado por la testosterona. Su currículum dicta una trayectoria que la convierte en una anomalía social, inspiradora y capaz de nadar a contracorriente.
Estudió Ingeniería de Telecomunicaciones, una carrera que sólo cursan un 11% de alumnas; ha fundado varias startup, un mercado en el que ellas solamente son el 17% de sus emprendedores y, sobre todo, ejerce de CEO de una empresa, cuando en España encontramos una mujer por cada cuatro hombres que ocupan puestos de alta dirección y en consejos de administración. Su inclusión entre los elegidos del Foro de Davos viene seguida de esta pleca: A sus logros profesionales se deben sumar el compromiso social y la superación ante la adversidad.
«La primera cosa que he aprendido es que no hay emprendedores a tiempo parcial», dice Minguela. Lo sabe bien. Su primera aventura empresarial empezó en 2011 mientras trabajaba en un fondo de inversión. El nacimiento de Blink, startup dedicada a alojamientos, la obligó a no ver el sol durante muchos fines de semana. «Fui muy naif, creía que se podía compaginar todo, pero era imposible». Esta hija de profesores, sin tradición familiar en los negocios -salvo un pariente que montó un restaurante- sintió vértigo sin haber visto aún el vacío. Tenía que tomar una decisión. «En esos días aprendí que es lo que quería hacer en la vida». Finalmente dejaría su empleo para perseguir su sueño personal.
Blink era una aplicación dirigida a la búsqueda de chollos hoteleros de última hora. Realmente Minguela no inventó nada revolucionario -Hotel Tonight es la app pionera que triunfaba en este sector en Estados Unidos-, si bien ella aventuró el potencial de una herramienta de este tipo en Europa y logró rápidamente un notable nicho de mercado. Minguela y su equipo trabajaron en un algoritmo que casaba la demanda de rebajas a última hora con la oferta de habitaciones vacías en los hoteles. Dos años y 800.000 descargas después, el gigante Groupon compraba Blink por una suma que no trascendió en los medios, aunque fuentes del sector estiman que la operación podría haber superado los 15 millones de euros.
- ¿Cómo se distingue a un emprendedor valiente de uno insensato?
- Contrariamente a lo que mucha gente cree, la mayoría de emprendedores, entre los que me incluyo, son muy conservadores. Yo incluso me paso de analítica. No me gusta el riesgo.
- ¿Una idea que crea que era muy buena y que haya fracasado?
- Estaba un día con unos amigos y vimos un libro con las peores ideas en el mundo de los negocios. Recuerdo que había una que a mí no me parecía mala: el cine con olor. Parece ser que se había intentado proyectar películas añadiendo otras experiencias sensoriales y fue un desastre comercial. Una idea buena que no ha funcionado es el comunismo.
- ¿Ha tenido que despedir a alguien?
- Sí. A mucha gente. Más de lo que habría deseado. No es nada agradable.
Ahora todos los esfuerzos de Minguela se centran en Clarity, una distribuidora de software que permitirá a inversores, empresas y gobiernos cuantificar su impacto social. Una especie de agencia de calificación ética. «Estamos aún en fase de desarrollo del producto», aclara. La idea de Minguela se basa en que cuando alguien tiene un dinero y lo quiere invertir, sea en un depósito o un fondo, la información que recibe no suele ir más allá de la rentabilidad que obtiene (si tiene suerte). Generalmente desconoce dónde se colocan sus euros. Para solucionar eso Clarity mide dos cosas: el comportamiento de la empresa en la que quiere invertir (impacto medioambiental, si paga bien o mal a sus empleados...) y las consecuencias de su actividad. Con toda esa información el inversor puede invertir según sus intereses y su conciencia.
- Esto está muy bien, pero cómo gestionará los conflictos de intereses que puedan surgir entre empresas.
- Ahí está la belleza del big data [gestión de grandes cantidades de datos con herramientas específicas]. Las empresas de rating crediticio utilizan la información declarada por la propia empresa y eso implica a veces que tengan que colaborar con ella. Nosotros no sólo nos basamos en sus datos de ventas y facturación: buscamos patrones de consumo, analizamos su reputación en redes sociales... Así no dependemos tanto de la información que facilita la compañía.
Minguela estudia siempre todas las variables. Se ha presentado a la entrevista con una bolsa de una marca textil de lujo en la que guarda un vestido. «He traído esto por si necesitáis que me cambie». Sorprende teniendo en cuenta que es alguien que detesta que le hagan fotos. Quizás las últimas llamadas de revistas de moda hayan atenuado esta fotofobia o no... Como en la mayoría de las cosas que hacemos, detrás hay una madre. «Ella me dice que cada vez que lee una noticia mía sale siempre la misma foto [en la que aparece con la cazadora de cuero que trae hoy con pose de portfolio profesional] y que no tiene fotos mías de recuerdo». Minguela reconoce que no guarda su memoria sentimental en imágenes, algo de lo que se arrepiente: «No tengo ni de cuando tenía el pelo corto y rojo. Es una pena. En eso soy un desastre». Y coherente. En su perfil de Whatsapp hay un círculo vacío, ninguna imagen la representa cara a los demás. A pesar de todo, se presta amablemente a la sesión fotográfica.
- ¿En qué somos buenos los españoles?
- He trabajado en Alemania, Estados Unidos y Españay aquí somos menos productivos. ¿Por qué? Somos muy sociales. Eso es bueno y malo a la vez. En el trabajo se tiene una relación intensa con los compañeros, se toma café, se sale a comer... Pierdes productividad, pero eso da ventajas: trabajamos muy bien en equipo y somos creativos.
- Escuché una vez a un empresario que decía que somos muy buenos 'trabajando en la miseria'.
- Es verdad. Se ve también mucho en Latinoamérica. Se nos da bien gestionar cuando tenemos menos recursos que los demás.
- Si no le echan es muy difícil que el español cambie de trabajo. ¿Esta lealtad es buena o es estúpida?
- Para mí es positiva. En Silicon Valley hay tanta flexibilidad que eso hace muy difícil fidelizar al empleado. El problema es que eso provoca que el mercado laboral sea muy rígido y no fomenta aprender cosas nuevas. Hay que encontrar el equilibrio.
- ¿En qué debería preocuparnos el futuro?
- No se está pensando demasiado en el impacto de la automatización y la inteligencia artificial en el mercado laboral. ¿Qué habilidades tenemos que fomentar en los empleados? ¿Qué pasará con las mujeres si tan sólo son un 18% de los alumnos en las carreras técnicas y científicas, cuando de ahí saldrán las mejores ofertas de trabajo? Por supuesto, también está el tema del pago de las pensiones. Hay que buscar soluciones.
Estudiante brillante, hija de la universidad pública, ha trabajado para bancos, gigantes informáticos y hasta en una agencia aeroespacial. Al margen de su reconocimiento en Davos, Minguela ha desarrollado la última parte de su intensísima y corta vida en los Estados Unidos. Antes de vivir en Nueva York y montar su oficina en un espacio de coworking de Union Square, ha pasado por Harvard y Silicon Valley, todos templos intelectuales y económicos de la América antiTrump.
- Si fuera estadounidense, ¿habría votado por Hillary Clinton?
- Aposté a que iba a ganar Donald Trump, aunque él no me agrada nada, y eso me hizo ganar dinero en el mercado. A mí me gusta mucho Barack Obama porque es inspirador. Hillary me gusta menos. Supongo que la habría votado como mal menor.
- A la actriz Susan Sarandon la criticaron porque siendo mujer apoyó a Bernie Sanders [candidato demócrata que perdió las primarias con Clinton] y no a Clinton. Ella tuvo una respuesta extraordinaria: "Yo no voto con la vagina".
- Pienso lo mismo que Sarandon, yo habría votado también a Sanders. No dudo de la importancia de ver a una mujer ocupando un cargo como la presidencia de Estados Unidos, aunque a mí me interesa más la faceta personal de los políticos. Necesitamos creer en la gente. Es como el ¡Hola! y el Cuore: te gusta ver a estos personajes salir estupendos, pero en el fondo necesitas creer que son normales, saber que también tienen celulitis.
La gran mayoría de sus amistades son masculinas, trabaja en un mundo de hombres y tiene un hermano. Es interesante saber su opinión sobre el machismo de oficina. Un estudio de Women in Business de la consultora Grant Thornton reveló en 2015 que casi la mitad de los líderes empresariales masculinos negaban la existencia de obstáculos en la carrera directiva de las mujeres. «Pienso que muchas veces el machismo es inconsciente y que también se da en las mujeres de esta forma. A mí me ha pasado. A veces te encuentras a una chica que es muy directa, agresiva en su tono -como yo soy a veces- y piensas: «Ésta quién se cree que es. Es una prepotente».
- Pero eso a mí no me lo dirían...
- Exacto. A un hombre no se le dice eso nunca. Es que es un machismo muy sutil que está implantado en la sociedad. Las niñas juegan con muñecas y sus disfraces son de princesas, mientras que los niños construyen legos y los visten de superhéroes. Eso está relacionado con lo que hablábamos de la presencia femenina en las carreras científicas. Cuando se dice que las mujeres tienen menos capacidad para las matemáticas es una gran mentira. Tengo la sensación de que todo viene de la forma en la que hemos sido educados. Yo de niña jugaba con mi hermano a fabricar portaaviones de juguete, a construir estructuras... estoy segura de que eso me influyó para ser ingeniera.
- ¿Cree que los hombres están preparados para asumir que su pareja gane más dinero? Un estudio en EEUU apunta a que las mujeres con una alta cualificación profesional son el segundo grupo social, tras los hombres sin formación académica, con más dificultades para tener una relación.
- Sobre esto que me dices creo que pasan dos cosas: falta de tiempo y, sobre todo, que el éxito femenino no es una característica que resulte atractiva a los hombres. He visto que muchos de mis colegas buscan una pareja que les haga sentirse arropados, que pueda dedicarles tiempo a ellos y a sus futuros hijos. Eso y la belleza son sus principales intereses.
- ¿Eso le ha perjudicado?
- Sí te puedo decir que no me ha ayudado. Aunque yo soy más de elegir, cuando alguien me gusta, soy como en los negocios, directa. No soy persona de dejarse seducir.
- ¿Qué es el fracaso para alguien que tiene tanto éxito?
- Sinceramente no me considero exitosa. Envidio a amigas que tienen una gran carrera profesional, llegan a casa a las ocho y son capaces de criar a sus hijos. Tengo claro que el éxito consiste en equilibrar la vida personal con la profesional. Yo todavía no lo he logrado.
El Pleno del Ayuntamiento de Cuéllar (con el apoyo de todos los partidos) realizó una declaración institucional dedicada al «reconocimiento de la trayectoria profesional de la cuellarana Rebeca Minguela García» hace unas semanas. «Sin duda ella es una candidata digna del pregón», dice el alcalde de este pueblo segoviano, Jesús García Pastor, que atiende a PAPEL por teléfono. Eso sí, según el protocolo municipal, la elección del pregonero/a se tomará en una reunión de la comisión de gobierno y el veredicto será anunciado un mes antes de las fiestas, que se celebran la última semana de agosto.
En Davos, Rebeca Minguela ya tiene su título. En Cuéllar, aún tiene que esperar.
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